domingo, 12 de enero de 2014

La carrera de ranas

Érase una vez un grupo de ranitas que iban a hacer una carrera. El objetivo era llegar a lo alto de una torre, cometido arduo y difícil para las ranitas, pues la torre se veía enorme desde su tamaño de rana.

Todas estaban preparándose, calentando sus patitas, haciendo estiramientos, comprobando su flexibilidad, etc. para estar bien preparadas y con mucha ilusión por salir y alcanzar la cumbre de la torre.

Llegó el momento de la salida y las ranitas alegres y entusiasmadas partieron de la meta llenas de alegría y con buenas palpitaciones en sus corazones, sabiendo que lo iban a conseguir.

Había un montón de espectadores a lo largo de todo el camino. Al principio animaban mucho a la ranitas con palabras de aliento, pero sobre la mitad más o menos de la carrera empezaron a cambiar de actitud y las palabras de aliento de la multitud pasaron a ser palabras de desánimo, pues veían que era muy difícil para las ranitas alcanzar la meta y decidieron que ninguna de ellas lo conseguiría.

- Dejadlo estar, ranitas, no lo váis a conseguir. Estáis ya agotadas y aún falta un buen trecho para llegar arriba.

- ¡Qué pena! Esas ranitas no lo van a conseguir... No son lo suficientemente fuertes...

Eso lo repetían una y otra vez y las ranitas fueron perdiendo la ilusión y la confianza en sí mismas y empezaron a sentir que no merecía la pena todo el esfuerzo que estaban realizando. Habían invertido mucha energía para llegar hasta allí, pero el cansancio se iba apoderando de ellas y… realmente era ¡tan difícil llegar! ¿Cómo habían llegado a pensar que se trataba de una buena idea? Todas las voces tenían razón, era tan difícil llegar arriba de la torre que nadie lo iba a conseguir, mejor dejarlo y no continuar esforzándose.

Poco a poco fueron perdiendo el entusiasmo y, agotadas por el esfuerzo hercúleo que les suponía dar un saltito más, se fueron quedando por el camino.

Todas menos una; había una que cada vez daba saltos más entusiastas y más altos. Su sonrisa le llegaba de oreja a oreja y continuaba subiendo y subiendo sin mirar atrás, sintiéndose cada vez más invencible y más segura de sí misma, pensando que lo iba a conseguir porque cada vez estaba más cerca de la meta. Y lo consiguió. Llegó a la cima de la torre y se proclamó vencedora.

Todas las ranitas estaban muy asombradas, y cuando fueron a hablar con ella para descubrir cómo había hecho para conseguirlo, si todas las demás habían desistido y habían abandonado la carrera, se dieron cuenta de que la ranita...era SORDA!

Como era sorda, la ranita pensaba que todo el público la estaba vitoreando y animando a seguir porque la meta estaba cada vez más cerca.

Como no sabía que era imposible, lo intentó. Y como creía que podría, lo consiguió.


No hay comentarios:

Publicar un comentario